David Moyes
David Moyes pierde crédito. Getty

Si estás en el Polo Norte y el frío te impide articular palabra, puedes pensar en un cambio drástico. En un giro copernicano, de 180 grados. En trasladarte las Antípodas en busca de calor y bienestar. Pero el lado opuesto al Polo Norte es el Polo Sur. Y en esa zona del globo terráqueo hace tanto o más frío y pronto te darás cuenta de que la decisión urgente no ha sido acertada y estarás en una situación igual o peor. Aterido de frío, al borde de la gangrena.

Y en esas está la Real Sociedad y su presidente Jokin Aperribay, que ayer vio como la Real volvía a perder (0-2 contra el Atlético). La Real suma 6 puntos de 24. Es decimosexta, con los mismos puntos que los puestos de descenso. El conjunto txuri urdin ha ganado tres partidos de los últimos 18. Es un desastre de magnitudes bíblicas si ponemos en relación precio de la plantilla, gasto realizado en verano y resultado y juego.

Tras el fiasco del novato Jagoba Arrasate al mando de un equipo de Champions League, el máximo mandatario realista pensó que el cambio drástico podía surtir efecto. Por eso decidió cambiar de un entrenador inexperto a un experimentado y afamado técnico británico que venía de un sonoro fiasco en el todopoderoso Manchester United.

Y en ese contexto llegó David Moyes a San Sebastián. Tanto el club como la prensa pensamos que llegaba El Mesías. Pónganme el primero de la lista. El Berlanguiano Mister Marshall había aterrizado con un traje elegante y todo el glamour propio del fútbol moderno tan distante del entrañable, vetusto y desaparecido campo de Atocha. Al principio el efecto Moyes se dejó notar pero el tiempo ha desmostrado fue un espejismo, un oasis inexistente en el desierto. El entrenador de Preston, basándose en planteamientos muy defensivos y en la inspiración de Carlos Vela, sacó muchos puntos. Sin demasiado juego y haciendo de los balones largos una de sus armas más efectivas. El equipo terminó duodécimo la pasada campaña.

Pero su currículum, su salario y la gran inversión que se ha hecho en la plantilla -es la más cara de la historia del club- exigían a Moyes empezar la temporada quemando aceite, mostrando un juego vistoso y efectivo en un tramo asequible del calendario. El comienzo, lejos de ser esperanzador, está siendo un desastre. Desolador, descorazonador y de imprevisibles consecuencias.

Imprevisibles porque dos rotativos ingleses, Daily Express y Daily Star, insisten en que David Moyes podría incorporarse al Aston Villa próximamente y porque la Cadena Cope informaba hace unos días sobre la presión que el Consejo de la Real está ejerciendo sobre su presidente para que Moyes se vuelva a Inglaterra.

No discuto la capacidad de David Moyes en el fútbol británico. Pero es España la que ha cambiado el fútbol en la última década con dosis ingentes de excelencia. La selección, el Barcelona, el Real Madrid, sí, pero también un elenco que va desde Luis Aragonés hasta Unai Emery. Y David Moyes es a cualquiera de estos técnicos lo que un Ford Fiesta a un Aston Martin.

Nadie sabe a qué juega la Real Sociedad. El equipo no está trabajado. No hay jugadas a balón parado, no hay automatismos, no hay un plan A. Ni B, ni C, ni D. Nada de nada, ni mucho ni poco. Jugadores deambulando sin ninguna idea, sin ningún plan prefabricado. Contar con Illarramendi, Vela, Iñigo Martínez y Pardo y abusar del balón largo es como tener un Ferrari y que solo funcione a pedales. Esa es la Real Sociedad hoy. Se quiera o no se quiera ver.

A David Moyes, el Manchester United le vino muy grande. Firmó por seis años y al undécimo mes ya fue despedido. El periplo de Moyes en la Real va también por el undécimo mes... y podría acabar antes de cumplirse un año porque la afición en el País Vasco es un clamor. No hay más ciego que quien no quiere ver, y la afición donostiarra quiere ver. Y precisamente porque quiere ver, porque sabe que en el campo y en Zubieta hay talento de sobra para pelear por Europa con buen juego, empieza a entonar el famoso "Moyes go home" pero en castellano o euskera. Incluso las leyendas del club le señalan. El siempre discreto Jesús Mari Satrústegi, máximo goleador de la historia del club, hacía una crítica directa hace una semana en Mundo Deportivo. "Tengo muchas dudas con el entrenador". El crédito de Moyes en España se ha agotado. Es la crónica de una muerte anunciada.

Atletico Madrid's coach Diego
Simeone pusó en evidencia a David Moyes. Reuters

El escocés no tiene ni talento ni conocimientos para triunfar en el fútbol español. Ayer, la Real naufragó ante el Atlético y Diego Simeone jugó con Moyes como un niño pequeño con un oso de peluche. El Atlético cedió el balón, esperó a coger a la Real de Moyes por sorpresa a la contra y Griezmann hizo el resto. De un maestro de la táctica y la estrategia a un técnico que no conoce ni siquiera a sus jugadores tras cuarenta partidos en el cargo -es inexplicable que Markel Bergara acabase el partido ayer o que Zurutuza no fuese sustituido tras sesenta minutos sin peligro, o que Carlos Vela y su visible sobrepeso no haya pisado el banquillo en este inicio de temporada- .

La Real Sociedad le ha pedido a David Moyes que abandone su residencia en el famoso Hotel María Cristina para irse a vivir a un piso, porque su imagen de divo estaba viéndose perjudicada según informaba Radio Marca la pasada semana. Pero es irrelevante. La imagen de Moyes no depende de un hotel, o de un piso, o de un traje o de un chándal o del idioma. Moyes ha naufragado porque no tiene capacidad para que sus talentosos futbolistas creen peligro. El fútbol inglés es el más maravilloso que existe en el planeta, he podido trabajar en Reino Unido y ver más de 30 campos y no hay nada como una afición inglesa, como la cultura del fútbol británico y todo lo que ello conlleva. Pero sus entrenadores son, por lo general, mediocres y carentes de fundamentos tácticos. Un secreto a voces que circula entre los técnicos que se acercan a aquel fútbol. Moyes es el mejor ejemplo. Su periplo en San Sebastián está a punto de llegar a su fin -semana antes, semana después- y no ha aportado nada. Ni a la Real ni al fútbol español. Y eso, en alguien con tanto prestigio en el Reino Unido, es significativo e invita a una profunda reflexión. En la Real Sociedad, claro, pero también en el resto de la liga.