Marc Andre Ter Stegen
Ter Stegen no ha tenido un inicio de temporada fácil en el Camp Nou. Getty Images

Cuando el Barcelona levantó el triplete hace unos meses, a Luis Enrique le llovieron, de golpe, todos los halagos que le negaron en el principio de la temporada. Se alabó su estrategia, su humildad, su capacidad de gestión... y su metodología para combinar a sus dos porteros en distintas competiciones.

Al César lo que es del César, el asturiano consiguió que rindiesen al más alto nivel. Claudio Bravo fue titular en la liga, Marc André Ter Stegen en Champions y Copa y el final, feliz, estuvo a la vista de todos. El meta chileno fue el portero menos goleado de la temporada (19 goles en 37 partidos) y Ter Stegen aceptó humildemente su condición de secundario pese a ser uno de los héroes de la meta en la máxima competición continental.

En cualquier caso, entre tanta lisonja, a todos se nos olvidó señalar algo que el fútbol ha demostrado en anteriores ocasiones... Ese sistema tenía fecha de caducidad. Demasiados gallos en el mismo corral. Dos porteros del máximo nivel no se conforman con jugar una o dos competiciones. Quieren, como si fuese una escudería de Fórmula 1, ganarlo todo. Y como le ocurre a Lewis Hamilton o Sebastian Vettel, hacen lo posible para imponerse a su compañero y sin embargo rival. Por el bien del equipo y por ese gen competitivo tan propio de los porteros.

Y así ha ocurrido. El Barcelona vive en este arranque de liga momentos de incertidumbre porque el portero alemán es una máquina de encajar goles. La estadística no engaña. En apenas 7 partidos disputados esta temporada en Supercopa de España, de Europa, Champions y Liga, Stegen ha recibido 16 dianas. Las mismas que encajó en sus 21 partidos disputados en su primera temporada en el Camp Nou. El año pasado, dejó la portería a cero en 10 de las 21 ocasiones que fue alineado en el once y en este ha recibido un gol en todos los partidos (7). El problema es evidente.

Claudio Bravo
Claudio Bravo está listo para volver a la portería. Getty Images

Como no podía ser de otra forma, las criticas en España están siendo demoledoras hacia el joven germano. Hasta la fecha momento, el alemán lo ha jugado casi todo porque antes del inicio liguero, Claudio Bravo se lesionó el gemelo (podría reaparecer la próxima semana ante el Sevilla).

Un Claudio Bravo que llegó más tarde a la concentración veraniega del equipo porque se proclamó campeón de la Copa América de Chile, siendo el líder, dentro y fuera del terreno de juego, de su país y haciendo méritos para que la FIFA le nombre el mejor portero de la temporada.

En este mes y medio de competición, la actitud de Stegen bajo palos dista mucho de la que se espera de un portero del Barcelona. Salidas sin sentido, errores de concentración, dos goles encajados desde el centro del campo evidenciando su mala toma de decisiones, inseguridades propias de un recién llegado... Todo ello en contraste con el aplomo, reflejos, experiencia y liderazgo que aporta Claudio Bravo.

La pregunta del millón de dólares es... ¿Y qué pasará cuando el chileno se recupere? ¿Jugará por fin la Champions y la Liga, tal y como demanda la mitad de la afición blaugrana? ¿Mantendrá Luis Enrique el sistema de rotación tan cuestionado en estos instantes?

Evidentemente, el técnico asturiano tiene crédito para hacer lo que estime oportuno. Tomó decisiones impopulares hace unos meses, fue criticado y el tiempo le dio la razón. Pero eso no quiere decir que no pueda equivocarse y que generalmente, en el fútbol, la lógica y la experiencia te acercan más a la victoria. Claudio Bravo fue elegido entre los cinco mejores porteros del mundo hace apenas unos meses y Ter Stegen no fue ni siquiera al último Mundial como tercer portero de Alemania.

El arquero chileno ha cometido, durante su carrera, errores. Nadie está a salvo de equivocarse. Algunos, parecidos a los protagonizados por Ter Stegen esta temporada. Pero su mentalidad ganadora, su hambre voraz, le ha llevado a aprender de ellos y por eso ahora es un meta prácticamente inquebrantable.

Por esa trayectoria imparable, por ese carácter ganador, y sobre todo, por ese estado bestial de forma que le llevó a ganarlo todo en los últimos doce meses, merece adelantar a su compañero y rival alemán, al que quizás le venga bien un tiempo en el banquillo que frene su devaluación tras una brillante primera temporada en el Camp Nou.

Claudio Bravo es nueve años mayor que Ter Stegen (32 años contra 23) pero su carrera de momento no tiene techo y él mismo ha reconocido que se ve compitiendo a alto nivel durante muchas temporadas más. "Aspiro a jugar un tercer Mundial con Chile," dijo hace unos meses. Ter Stegen tendrá tiempo de mejorar pero si el Barcelona quiere frenar en seco en esta deriva encajadora, debe dar plenos poderes al "hombre tranquilo", al "capitán sin brazalete".